En un artículo publicado en Current Directions in Psychological Science, Naomi I. Eisenberger muestra que hay
un creciente número de evidencias que indican que el dolor social
comparte algunos de los circuitos neuronales que están involucrados en
la experiencia del dolor físico.
Eisenberg mantiene que el dolor físico tiene dos componentes, uno sensorial y el otro afectivo, cada uno de los cuáles está asociado con diferentes partes del cerebro. Diversos estudios han mostrado que dos
regiones del cerebro que son clave para la experiencia del componente
afectivo del dolor (el córtex cingulado dorso-anterior, y la ínsula
anterior) están involucrados en la experiencia del dolor social.
Algunas
de estas investigaciones han mostrado hechos remarcables. Por ejemplo,
un estudio mostró que las regiones del cerebro relacionadas con la
experiencia sensorial del dolor también se activaban cuando se pedía a
los sujetos que recordaran una ruptura sentimental difícil. La misma
Eisenberger pudo comprobar que cuando solicitaba a un grupo de mujeres
que puntuaran el dolor que les producía un estímulo, la puntuación era
más baja cuando las mujeres miraban fotografías de sus parejas.
Eisenberg encuentra un sentido evolutivo
a estos hechos: el dolor social puede que nos haya ayudado a evitar el
rechazo social, incrementando nuestras conexiones con los otros y
nuestra inclusión en el grupo social, aumentando así las posibilidades
de supervivencia.
Comentario:
El
objetivo de la educación integral es el establecimiento de una mayor
cercanía con la naturaleza, en nuestra familia, en nuestro orden
interno, tenemos que cumplir con el mismo estado natural que se observa
en la interacción natural entre los animales. Nosotros no tenemos este
instinto, pero tenemos que despertarlo en nosotros mismos sobre la base
que nos ofrece la naturaleza.
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